La habitación de la niña. Capítulo 2: la cuna

Dije que esto iba a dar para varios capítulos y aquí estamos, con la segunda entrega.

Tengo que decir que estoy mucho mas relajada porque mi casa ha recuperado un poco su forma original (que no del todo) y ya no hay tantos trastos por todas partes, lo cual se agradece.

A día de hoy la habitación de mi niña tiene un armario, una cómoda, un sillón antiguo que mis suegros tienen que llevarse a su casa, dos colchones apoyados en la pared esperando una cama, una bici de spinning esperando a ser vendida en la tienda de segunda mano que hay cerca de mi casa y... la cuna!

La cuna tiene su historia, eso seguro, lo curioso es que nadie la conoce... es la cuna misteriosa de mi familia. Lleva años encerrada en el trastero de mi abuela y cuando me quedé embarazada mi abuela y mi madre me dijeron que llamase a una prima de mi madre para decirla que si podia usarla, porque era de ella. Total que llamé a la prima de mi madre y me dijo que la cuna no era suya, aunque ella la había usado en su día para tener a sus niños en casa de su suegra. Que ella pensaba que era de mi madre, de cuando mi hermano y yo eramos pequeños. Mi madre dice que no, que ella donó nuestra cuna a una ONG. Por lo visto la cuna ha pasado también por una de mis tías, que tampoco sabe cual era su procedencia... total, que un día nos plantamos en el trastero de mi abuela, cogimos la cuna y nos la trajimos.

Después de una limpieza a fondo, ya que estaba hasta arriba de polvo, nos dispusimos a montarla...  y la verdad, nos costó un pelín entender como iba aquello. Primero porque estaba todo mezclado, evidentemente no había instrucciones por ningún lado y para más diversión, la ultima persona que tuvo la cuna (que nunca sabremos quien fue) habia dejado tornillos en agujeros en los que no iban, así que pasamos los mejores tres cuartos de hora de nuestras vidas tratando de encontrarle lógica aquello y por fin empezó a tomar forma. Una vez montada la cuna me encantó, aunque la verdad es que la madera estaba algo cascada por lo que decidimos pintarla en blanco.

Y lo de la pintura también tiene su diversión, porque no puedes pintar una cuna que un bebé chupeteará en un futuro con cualquier tipo de pintura. Tiene que ser una pintura al agua, que no sea tóxica. Después de hacerme una casi experta en pinturas no tóxicas para muebles nos plantamos en el Leroy Merlín, escogí la que pensaba que era adecuada y pregunté a la chica, que me explicó que efectivamente esa era una pintura perfecta para lo que nosotros queríamos ya que no solo era al agua, sino que tenía la etiqueta ecológica europea, menos de 2 de COV por litro y una calificación de A+ en emisiones al aire. Un mundo esto de las pinturas.

Y bueno, después de unas cuantas capas de pintura la cuna estuvo terminada, y la verdad es que hace una ilusión verla ahí montadita.... aunque la pintura no huele excesivamente, todas las mañanas abro esa habitación unas dos horas para que se vaya completamente el olor. Eso sí, aun nos queda pintar la cómoda, así que la habitación va a estar abriendose una temporadita larga.

En fin, ya os seguiré contando, que esto no termina aquí ni muchisimo menos!