Nos acostamos después de un día de sol y calor para despertarnos con el sonido de la lluvia y un fresquito de los que te piden un par de mangas largas: sí, apetecía abrigarse. Así que nos pusimos unos pantalones largos, forro polar y un chubasquero y salimos a la calle a experimentar.
Y así fué el primer contacto oficial de la lagartijilla con la lluvia, ya que el año pasado era muy bebé para ser consciente de ello Ella estaba aluciando un poco, primero porque hasta el día anterior había ido ligera de ropa como un pajarillo y de repente tanta capa que no la dejaba moverse del todo bien, no la hacía mucha gracia y segundo por eso de que estuviera todo empapado. Dijo la palabra agua un montón de veces y ante la curiosidad que le causaban los charcos decidimos acercarnos y chapotear y salpicar. Al principio no le pareció gran cosa pero poco a poco fue cogiendole el gusto y a los cinco minutos no había quien la parara.
Después estuvimos jugando un rato a la pelota y paseando por el parque con Nef.
¡Y así pasamos el primer día de lluvia de este otoño! El buen tiempo da para más pero el gustazo de salpicar con sus botas de agua no se lo quita nadie. ¡Fue un día genial!
La lagartija tiene una pinta la mar de mordisqueable¡¡¡¡¡¡
ResponderEliminarA mí también me gusta el verano pero después de tanto calor siempre apetece un poco de frío, estar abrigados y disfrutar del sofá que se siente muy solo durante todo el verano jejeje Lo que nunca apetece es que se vayan las horas de luz pero qué se le va a hacer.
ResponderEliminarLagartijilla ya tiene edad para disfrutar de todo y sorprenderse. Disfrútala mucho.
Besos